El Ritual de Trazo fue el resultado de la necesidad de darle lugar en el mundo a la melancolía, no desde la patología ni la genialidad, sino desde el acontecimiento cíclico y natural que se presenta en los individuos.
Es a través del dibujo, expresado tanto en el trazo convencional como en el acto de construir desde la materia, que se realizan "cartografías interiores": mapas de los trayectos y diversidad de rutas que se generan a partir de la experiencia melancólica y que, a pesar de tener la esencia de mapa, carecen de un destino final o conquista del trayecto. El ritual de trazo es la manera como se decide aceptar la experiencia melancólica.
El proyecto llega a la instancia de la "ciudad interior": una puesta en escena que da cuenta de la construcción constante de la melancolía como un microcosmos.