“Arriba. Es hora de ir al colegio, ahí te dejé el traje bien planchado para que te lo pongas; mi hombrecito de la casa.
Afuera pereza… adentro vigor… para hacer las cosas… mucho mejor.”
La imposibilidad de entablar dialogo emocional con los demás, y más concretamente con mi propio padre, dan origen a esta reflexión. ¿En qué momento perdí esa habilidad? ¿a causa de qué?; una pregunta que transmuta el cuerpo en diferentes niveles y que finalmente se materializa en el código del “hombrecito de la casa”: un libro de artista que da cuenta de una construcción de lo masculino, y que me permite crear una nueva relación con la palabra, con el cuerpo, y con el otro a través del dibujo. Es el espacio donde puedo plantear una conversación alrededor de ese modelo tan particular.