En consecuencia, y aventurando un intento de respuesta a la pregunta sobre quién es responsable en la relación entre medios y violencia, me parece que siéndola responsabilidad de todos, la forma adecuada de resolver el problema no es la imposición de estatutos o decretos represores contra los medios a través de las instancias gubernamentales. Por otra parte, aun reconociendo la necesidad de una “autorregulación” de los profesionales de la comunicación social mediante códigos deontológicos, seria absurdo pretender que será este el factor que, por si solo, mágicamente, genere un comportamiento responsable en el uso de los medios. Es la creación y el desarrollo constante de mecanismos de autentica participación, desde la educación para la recepción activa y la percepción critica por parte de los usuarios de los medios , pasando por la promoción de la capacidad de todos los sectores del pueblo para producir y difundir sus propios contenidos culturales, hasta su representación real y eficaz en el establecimiento y desarrollo de políticas de comunicación acordes con sus valores y derechos humanos. Lo que hará posible que los medios no sean reproductores, impulsores o cómplices de fenómenos violentos que tienen su origen en la violencia estructural.