Los discípulos y discípulas son ante todo seguidores y seguidoras de Jesucristo, el Señor. La dinámica del discipulado se comprende como un proceso de práctica histórica situada en perspectiva del seguimiento y no de pertenencia a una escuela. Esta práctica es funcional al Reino, a su implantación desde ya y por lo mismo teniendo como referente la preservación y defensa de la vida, de la creación y de la humanidad. Por ello el discipulado busca que en Cristo, nuestros pueblos tengan vida.