Cada espacio fue primero habitado desde el tejido de las palabras entre dos o más personas. La palabra, ese elemento tan efímero pero poderoso, fue plasmado paulatinamente en un papel, para tratar de capturar en él la mímesis de un espacio. Un espacio que siente, que mira, que se construye y reconstruye, que puede ser habitado por cualquiera que lo lea, que lo escuche, que se adentre a sentirse identificado con él y ¿por qué no? a crear su propia conexión o subdivisión en él. Mi proyecto se hace con el objetivo de volver a tejer esas palabras, esas memorias que están latentes en el espacio “del barrio”, pero que se han venido desconociendo. Tratar de no sólo percibir un espacio desde el yo, sino desde la multiplicidad de voces que lo habitan y lo perciben de formas únicas.