En el presente trabajo examinaremos el primer escrito del joven Schelling de 1795, Vom Ich als Princip der Philosophie oder über das Unbedingte im menschlichen Wissen, a la luz de la intención programática de desarrollar una “ética a la Spinoza”. Este propósito no sólo implica ir más allá de la intención metodológica de la filosofía crítica de inspiración kantiana, sino que busca atender también de manera plena a la exigencia humana de alcanzar un saber incondicionado, que vaya más allá de los presupuestos metodológicos y temáticos tanto del criticismo como del dogmatismo precrítico. Para atender a este llamado del idealismo, el joven filósofo buscó armonizar el clamor de la libertad con la naturaleza de lo absoluto, según Spinoza. Pero esta armonía no la encontró en el despliegue de una simple exigencia teórica, sino más bien en la plena realización práctica de aquello que concebimos y experimentamos como lo incondicionado. Esta realización se cumple en la articulación del yo, lo absoluto y la libertad.La realización de esta articulación determinó el rumbo y las posibilidades de la filosofía en el siglo XIX.