En la última década la industria de la música ha cambiado de manera vertiginosa. La alta penetración de internet en la sociedad y la revolución digital han desencadenado la paulatina desaparición del formato físico como el principal soporte de distribución y consumo de música: el eje del negocio. Una de las consecuencias importantes de esta situación ha sido la pérdida de poder de figuras de gran tradición en la industria, como los grandes sellos discográficos y el aumento de protagonismo de otras, encabezadas por la ética del hágalo usted mismo y corrientes independientes que se rigen por la tendencia de la autogestión. En esta época resulta mucho más económico y sencillo que nunca realizar y grabar un producto musical con una calidad digna, y las herramientas tecnológicas para hacerlo están al alcance de la gente. Así las cosas, se ha dado una explosión en la oferta de música grabada alrededor del mundo. Sin embargo, el sector fonográfico ya no es lo suficientemente rentable para mantener toda la industria, lo que ha causado que los artistas hayan encontrado un nuevo pilar en el negocio: el sector de la música en vivo.