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La propaganda como arma política instrumentalizó a la sociedad en los siglos XX y XXI, su capacidad de penetración en la sociedad, moldeando a la opinión pública desconociéndola como sujeto de derechos
Este trabajo tiene como objetivo evidenciar cómo la propaganda como arma política
instrumentalizó a la sociedad en los siglos XX y XXI, su capacidad de penetración en la sociedad,
moldeando a la opinión pública desconociéndola como sujeto de derechos. Desde tiempos antiguos
las sociedades democráticas han sido captadas por quienes ostentan el poder con propósitos
militares, políticos, religiosos, étnicos, políticos, tratándola como si fuera una estructura
monolítica que el poder manejaría per se, desconociendo que una sociedad es diversa y sus
derechos deben ser garantizados por el Estado. Sin embargo, para muchos Estados era más
expedito instalar oficinas de propaganda generando un gasto burocrático enorme y no usar el poder
y los recursos para atender necesidades insatisfechas de la sociedad y los gobernantes escogen la
estrategia de crear un enemigo para señalarlo como responsable de la ineficacia del poder en las
democracias bajo el modelo neoliberal. Crear y empoderar un enemigo conlleva a los poderes
gubernamental, empresarial, financiero, corporativo y político cambiar la matriz mediática con el
objetivo de lograr beneficios particulares, so pretexto de hacerlo en nombre de una sociedad
democrática para cometer incluso delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra; pero en el siglo
XXI la forma en que la humanidad se comunica y se informa, ahora la propaganda llega a través
de esa vía, sin embargo algunas sociedades democráticas como el caso de Colombia, no están
respondiendo al mensaje propagandístico cargado de noticias falsas y mentiras que pronuncian día
a día los gobernantes para intentar acallar el estallido social no sólo en las calles, sino en la red.