La realidad de la pro-existencia de Jesús en la celebración eucarística, se puede entender mejor no perdiendo de vista el sentido de la mesa como lugar de donde surge la misión en pro de los demás, en pro de aceptar caminar y compartir con el otro en su soledad, es decir, ser un discípulo misionero que una la vida cotidiana al acto celebrativo y con la vida del Señor que se entrega para que otros vivan la presencia del Dios-con-nosotros (Cf. Mt 1, 23).