Se estima que aproximadamente setenta millones de personas viven con epilepsia, de las cuales 80 % viven en países de ingreso bajo o medio como Colombia. Las personas con epilepsia viven con necesidades insatisfechas. Esta enfermedad, a pesar de ser prevalente, no se ve reflejada en las prioridades de los servicios de salud.
Por lo anterior, existen importantes retos en el tratamiento integral de esta enfermedad. La epilepsia, enfermedad estigmatizada, más allá de los gastos farmacológicos tiene un impacto psicológico y social que resulta en un espectro de discapacidad muy variado, el cual cursa con dolencias notables como la depresión y la ansiedad. Asimismo, las personas con epilepsia tienen una menor tasa de empleo que las personas sin epilepsia, incluso ocho años después de haber comenzado la terapia farmacológica.
El estado libre de crisis, uno de los objetivos principales en la terapia de epilepsia, es difícil de alcanzar en algunos pacientes y, si bien la cantidad de medicamentos anticonvulsivantes ha aumentado notablemente desde 1990, las crisis pueden ser generadas a partir de múltiples mecanismos, lo que se traduce en un reto a la hora de buscar blancos terapéuticos para los medicamentos ya que varias etiologías se pueden traducir clínicamente en tipos de crisis similares.
Aunque la monoterapia sea el ideal del tratamiento en epilepsia, la prioridad es alcanzar una reducción en la frecuencia ictal o un estado libre de crisis, por lo que si no se alcanza con el primer medicamento, la opción de añadir un segundo medicamento es aceptada plenamente.
Existe una gran preocupación alrededor del uso de los medicamentos genéricos, los copia o multifuente y los originales, ya que la concentración y la absorción son muy importantes para su eficacia y seguridad, y es conocido que no deben variar más del 5-10 % para evitar cambios del patrón ictal de los pacientes. Se ha considerado que el cambio a medicamentos genéricos o multifuente está asociado con cambios en perfil de seguridad y en el patrón ictal, además de un aumento del uso de los servicios de salud y una alta tasa de cambio a medicamentos de marca, lo que podría aumentar los costos en salud.
Por todo lo anterior, se considera que una atención óptima a los pacientes con epilepsia hace referencia a un manejo interdisciplinario en el cual se garantice el acceso y el seguimiento, para lo cual se deben aceptar retos como el entrenamiento del personal en atención primaria y la continuidad del manejo para evitar cambios en la biodisponibilidad, el perfil de seguridad y la toxicidad de los medicamentos.