El artículo discute la posición que Martha Craven Nussbaum asume en La fragilidad del bien sobre el texto bíblico del sacrificio de Isaac (Génesis 22), en comparación con el sacrificio de Ifigenia, narrado en Agamenón de Esquilo. El análisis se desarrolla bajo dos perspectivas. En la primera, se muestran los elementos centrales de la deliberación prudente según Aristóteles, con el fin de examinar si éstos se encuentran en los relatos sobre Abraham. En la segunda, se convierte la crítica de Nussbaum a la fe monotéista –basada de manera irracional en una autoridad inescrutable que impone y respalda reglas emanadas desde una perspeectiva exterior a la humana– en la pregunta: ¿qué aporta el Dios bíblico a las exigencias éticas? Para esto, se estudia la problemática de los sacrificios en el Antiguo Testamento a la luz de los análisis de Franz Hinkelammert y René Girard. El texto concluye mostrando que la pregunta por el Dios bíblico corresponde a la pregunta por la propia responsabilidad frente a la vida del otro, en situaciones de confrontación con "divinidades" que promueven la violencia.