Actualmente las cifras de desplazados a nivel mundial muestran un incremento desproporcionado que supone casi el doble de la cantidad de personas registradas hace una década (ONU, 2020). Según Acnur, Colombia tiene el mayor número de desplazados internos en el mundo, con más de 7 millones de casos, estableciendo un estado de alarma real y presente en el país (Tiempo, 2019). Desde la firma del Acuerdo de Paz, se han registrado más de 400 mil nuevos desplazados internos y un muy alto porcentaje de víctimas que no están recibiendo la asistencia adecuada para sobrellevar el desplazamiento (Uribe,
2009).
Las diferentes causas de este desplazamiento son el conflicto armado interno, tensiones interiores en el territorio y violaciones masivas de los derechos humanos. El desplazamiento ha dejado grandes heridas en las comunidades que han presenciado asesinatos atroces, violencia sexual y de género, y la pérdida de su propiedad y recursos. Las comunidades son desarraigadas de su territorio y huyen en busca de nuevas oportunidades y abrigo. De esta forma llegan a encontrarse con una Bogotá inmensa, fría y desconocida.
El territorio como espacio multidimensional que comprende la memoria, lo social y lo físico tiene una herida abierta y agrietada que necesita entretejer sus hilos para convertirse en un manto de abrigo para la comunidad desplazada. Bogotá, receptor principal del desplazamiento en Colombia, cuenta con mecanismos que conforman una red de protección y servicio para la población desplazada interna, compuesta por un tejido institucional y otro sumergido en el territorio. El proyecto Sanar el Territorio y las Heridas del Desplazamiento responde a la necesidad de espacios en la red que abracen y apoyen a la población desplazada para mitigar su dolor, el trauma y el duelo.