A través de las chatarras de la escultora Feliza Bursztyn y los muebles de la pintora Beatriz González esta investigación busca evidenciar la importancia de las representaciones del arte en el escenario político y social de Colombia durante un momento de fuerte agitación, como lo fueron los años sesenta y setenta. Así, en el marco de unas apuestas plásticas y una atmosfera fuertemente politizada el estudio de los procesos, grandes y pequeños, que componen las obras se centra en discusiones como la disyuntiva entre arte culto y arte popular, la relación obra espectador y, el cuestionamiento por el papel del arte en la sociedad, con el fin de señalar la importancia de ambas artistas en la historia del arte colombiano.