Las actividades agroforestales son desarrolladas mediante un modelo productivo conjunto, concentrando plantaciones de madera con actividades agrícolas de sombra o de pastoreo controlado. De igual forma, éste es un sistema que puede generar una amplia oferta de servicios ambientales, como es el caso de certificar la actividad dentro de un proyecto captador y regulador de carbono, mediante la incorporación de dióxido de carbono en las estructuras vegetales manejadas. Por ésta y muchas razones más, Colombia puede incursionar dentro del mercado maderero, que genere oferta de servicios ambientales como una alternativa de negocio, en búsqueda de mitigar la crisis actual del sector rural. Se puede decir que un sistema agroforestal registra beneficios económicos de manera conjunta y continua en tres grandes componentes, considerando 1) la venta permanente de Certificados de Reducción de Carbono (CER) en los mercados de valores especializados, 2) los beneficios de la actividad asociada, ya sea pecuaria o agrícola, y 3) la venta de la madera al final del ciclo productivo. Este planteamiento se desarrolló mediante la propuesta de un modelo teórico de maximización de beneficios. Se propone que el sistema agroforestal, dentro del mercado del financiamiento de carbono, garantiza un precio de los bonos de Carbono óptimo (t*t*), igual al beneficio marginal de producir una unidad adicional forestal, que genere reducciones validadas y certificadas de unas cantidades establecidas de Gases Efecto Invernadero (GHG). El ejemplo práctico se expresa mediante una plantación a pequeña escala de Tectona grandis por un periodo de 20 años, donde la actividad conjunta percibe beneficios económicos netos totales de 171,240 dólares por hectárea para la madera aserrada, y de 114,740 dólares para la madera en bloque.