América se afirma en un Barroquismo desde antes del Barroco europeo e incluso por mucho tiempo después. Una serie de características del arte pre-hispánico coinciden con el Barroco como estilo de época y como espíritu: ruptura del equilibrio y la armonía, movimiento, profusión de contrastes, ritmo tenso, integración del mundo a dimensiones divinas, etc. Henríquez Ureña señala que Latinoamérica persiste en tal forma cuando España la abandona y José Juan Arrom reafirma esta idea al referirse a cinco generaciones Barrocas entre finales del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVIII Ahora bien, aunque el Barroco colonial tuvo una valoración positiva desde el mismo siglo XVII en el Apologético de Luis de Espinosa y Medrano, la revaloración moderna empieza con Pedro Henríquez Ureña, quien ubica a Bernardo de Balbuena como el iniciador oficial del Barroco criollo al refundir en síntesis nueva el Culteranismo y Conceptismo españoles.