El presente escrito reflexiona críticamente sobre la escritura poética, como camino capaz de fortalecer la sensibilización que nos conecta con nuestra experiencia de vida subterránea y superficial en relación con el mundo. Lo anterior contempla que este ejercicio permite adquirir múltiples recursos para integrar una o varias formas de experiencia vital, capaces de proponer y reclamar un lugar digno para habitar una realidad histórica, social, epistemológica, artística y personal. Es por esto que esta reflexión sobre un proceso creativo se plantea desde su misma praxis, exigiendo la compañía de un registro investigativo que ofrezca, a partir de un proceso de escritura creativa, los recursos para integrar los diferentes lugares de una narración y expresión de la palabra con la que nos creamos.
De acuerdo con esto, la problematización surge al pensar que nuestro tiempo se caracteriza por la dificultad de definir y redefinir la forma en que nos narramos el mundo y a nosotros. Lo anterior contempla que habitamos prácticas que han normalizado (o exacerbado) el miedo hacia el conocimiento propio, junto a la posibilidad de reconocernos como sujetos capaces de afectar un territorio, una época y aquellas situaciones que compartimos con otras personas. Así pues, me propongo abordar este problema desde una indagación crítica y personal que contemple el potencial del acto de escritura poética, que siguiendo a Ranciére (2015) se le comprende como un ejercicio litigante ante un mundo que se expande desde una lógica geométrica, de instituciones compuestas por sistemas de relaciones que impresionan inamovibles.