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dc.contributor.advisorPiñeros Lara, María Olga
dc.contributor.authorPedraza Torres, Alejandro
dc.coverage.spatialColombiaspa
dc.coverage.temporalXXIspa
dc.date.accessioned2022-02-01T14:57:18Z
dc.date.accessioned2023-05-11T19:13:38Z
dc.date.available2022-02-01T14:57:18Z
dc.date.available2023-05-11T19:13:38Z
dc.date.created2021-12-06
dc.identifier.urihttps://hdl.handle.net/20.500.12032/112040
dc.description.abstractDesde pequeño he sido muy sensible a la música, especialmente a todo aquello relacionado con lo emocional. Me encantaba poner a reproducir algún disco que era de mi gusto y simplemente me ponía a escucharlo, disfrutando bien fuera la letra, la música o la voz del cantante. Fue con el transcurrir de los años que descubrí que tenía ciertas facilidades con el canto, no solo por ser afinado y tener ritmo, sino por el placer que sentía al disfrutar de aquello que es inexplicable, cerrando los ojos, simplemente como para consentirme con lo que tanto me gustaba. Fue entonces cuando en mi primer cambio de colegio me encontré con un gran profesor, llamado Horacio. Fue con él, en su primera clase, que me relacioné de una manera diferente con la música en donde pude profundizar. Recuerdo que en ese entones mis compañeros gustaban de una música muy diferente a la mía, eran más rockeros; pero yo era romántico (siempre lo mantuve en reserva). En una reposición de dicha clase, me encontraba solo con el profesor, y fue el momento perfecto para manifestarle mi gusto por los boleros. Sin pensarlo, en dos ocasiones Horacio tomó su guitarra y nos pusimos a cantar. Al día siguiente, él me incluyó para las presentaciones que semanalmente se hacían en el colegio. Fue mi primera presentación en público, en la que canté el bolero Hay amores del compositor Antonio Pinto. Este fue el inicio de mi vida en la música, sin tener ninguna preparación, ni técnica vocal, simplemente cantaba con el corazón y me enamoré profundamente de ella. Debo rescatar que el reconocimiento de las personas que se acercaban a decirme que lo hacía bien, así como las palabras del maestro: “tienes algo especial”, me impulsaron, me dieron la seguridad y certeza de que había nacido para esto. Igual situación viví en el otro colegio al que ingresé mas adelante, siempre me destacaba en la música, me motivaban los maestros a presentarme en las eucaristías y en eventos culturales dentro y fuera de la institución. Ciertamente, no había clase que disfrutara más que la de música. En mi cabeza siempre hubo un pero, un algo contra la música, influenciado claramente porque el mundo a mi alrededor decía: “De la música no se vive”. Esto siempre fue un obstáculo para tomar la decisión de estudiar música profesionalmente, y me aferraba a la idea de ser abogado, aunque las pruebas que hacía el colegio para ayudar a perfilarnos según nuestras habilidades indicaban en su mayoría, que mi fortaleza estaba en las artes. Era una confrontación constante, una negación dentro de mí, quizá porque no le daba el valor y el lugar que merecía. Pero al empezar el grado once, concluí que la música era lo que me hacía y lo que me hace feliz, con honestidad tomé la decisión de estudiar una carrera de Música, aun cuando nadie lo esperaba. Llega el 2015, y como no tenía conocimiento de qué se requería para entrar a la universidad, me inscribí para hacer el pre-universitario a fin de recibir orientación y decidir finalmente el énfasis al cual quería presentarme. En las primeras clases nos hablaron sobre las dos posibilidades que tenía: canto Jazz o canto Lírico. Fue una experiencia donde todo era nuevo para mí: repertorio, cantantes, estilo, formación musical, etc. La profesora Aura Marina Vargas dirigía una de las clases y sin duda fue trascendental, pues sus enseñanzas me guiaron en el proceso de escoger las obras para la audición. Fue un proceso sin ningún tipo de pretensiones, disfrutaba el ejercicio de escuchar y escoger lo que más me gustaba, claro está, sujetándome al nivel en el que me encontraba porque debía prepararme para la audición de admisión. De hecho, durante las clases había un espacio para mostrar el estado de nuestra preparación, el cual, en un gran porcentaje fue por intuición tratando de aplicar lo que escuchaba a otros cantantes en diversas versiones. El día de la audición, luego de pruebas, filtros, etc., con gran sorpresa me informaron que fui el único que aprobó. Empezó entonces este maravilloso y apasionante camino lleno de aprendizajes, con aciertos y desaciertos, alegrías y tristezas, triunfos y frustraciones.spa
dc.formatPDFspa
dc.format.mimetypeapplication/pdfspa
dc.language.isospaspa
dc.publisherPontificia Universidad Javerianaspa
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/*
dc.subjectCrísis cantospa
dc.subjectFormación cantospa
dc.titleLa crísis en el proceso de formación musical, como oportunidad de crecimiento personal : autoreflexión de un estudiante de canto líricospa


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