El Autor quería abstenerse de hablar del mensaje en este momento. Pensábamos más prudente mantenerlo en un olvido voluntario con el único propósito de preservarlo de la herrumbre de la inmediatez. Sin embargo, la serie de equívocos y malentendidos que se han desatado en torno de este tema nos obliga a volver una vez más sobre él. No para defenderlo, no es nuestro oficio ni nuestro propósito, sino para hacerle justicia y presentarlo en algunas de sus posibilidades expresivas. Ese es pues el motivo de nuestra reflexión. Tomaremos como punto de partida”la comunicación problemática”, porque es desde allí desde donde nos interesa el fenómeno de la comunicación. La comunicación problemática es la contrapartida de la comunicación evidente; aquella que se produce de por si entre un “hablante” y un “oyente” sin ministerio alguno sin enigma transparente, digerible, intercambiable en un acto de fría interacción entre uno y otro, y para el cual no se requiere ni esfuerzo, ni competencia, ni saber alguno. El resultado de ese abordaje “transparente” es una visión mecánica, que considera el proceso comunicativo como una mera transmisión correcta de datos (contenidos, informaciones) entre un emisor y un receptor, pensados en abstracto y como pareja, a través de un medio y terniendo en cuenta un código común y un contexto. La comunicación termina en el momento en que el receptor recibe el contenido y lo decodifica.