Dentro de la lógica normal de la vida de los cristianos en América Latina un fenómeno peculiar se ha venido gestando: creer en Jesucristo, seguirle y proseguir su obra, constituye un riesgo. La fe al servicio del soporte de instituciones cede su paso a la fe como profecía, como comportamiento-palabra que genera respuestas nuevas e inesperadas para cristianos acostumbrados a una experiencia tranquila y sosegada.