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Introducción
Conducir bajo los efectos del alcohol aumenta el riesgo de sufrir accidentes de tránsito y la tasa de accidentalidad vial tiende a incrementarse. Sin embargo, no es claro en qué grado la presencia de alcohol en la sangre logra desviar al conductor de su carril.
Objetivos
Determinar las concentraciones mínimas de alcohol en la sangre que se deben alcanzar para alterar la habilidad de conducción en las personas y definir qué habilidades se ven afectadas con mayor rapidez en la desviación del carril.
Método
Revisión sistemática de la literatura en ocho bases de datos. Se limitó a publicaciones de los últimos diez años (1999–2009) y a artículos en los que se hizo la evaluación a través de simuladores y donde se midieron las concentraciones de alcohol en la sangre.
Resultados
De todos los subgrupos estudiados es evidente que las personas con algún consumo de alcohol tienden a desviarse más de la línea que las personas que no lo han consumido. Entre los conductores que presentaron alcohol en la sangre, sólo se encontró una pequeña diferencia entre las desviaciones de la línea de aquellos con cifras mayores o menores a 0,05 (0,65 vs. 0,78).
Conclusiones
En todos los desenlaces se evidenció que, independientemente de la cantidad de alcohol en la sangre, el haber consumido hace que el conductor tienda a desviarse de su carril. En términos generales se puede decir que la desviación de la línea se convierte en una medida muy sensible al consumo de alcohol.