Frente a la indignación ética producida a lo largo de la dinámica histórica de la humanidad, manifestada en muchos casos en el olvido del hombre, el deterioro de su dignidad y toda manifestación abierta de exclusión, la Eucaristía: Pan para la adversidad, Banquete de resiliencia, irrumpe en medio de la conflictividad humana como acontecimiento de esperanza para los descartados de este mundo, crucificados junto con el Crucificado a la espera de la humanidad resucitada.
El horizonte eucarístico como Pan para la adversidad, se convierte en la novedad esencial de este estudio y a la vez en imperativo existencial resiliente y concreto en el corazón de los hombres y mujeres para la inauguración del Reino, acontecimiento profético de una humanidad reconciliada, resucitada, resiliada y vivificada por el pan y el vino nuevos del reconocimiento como hermanos, sentados a la comensalía de la vida plena en Cristo que no termina jamás.
Tal modo de ser eucarístico en busca del bien humano integral, no es posible al margen de María, la Mujer de la hora anticipada del peregrinar eucarístico de su Hijo en el “ya” de la historia de la humanidad anunciado en el entonces de las bodas de Caná (Jn 2,1-11).