Ante los retos que plantean la creciente globalización y desagregación de las cadenas de valor en el ámbito mundial, la desaparición de las fronteras físicas y normativas, el deterioro ambiental y el crecimiento de la pobreza, la informalidad y la inequidad en la última década, es necesario convertir el conocimiento en la fuente principal de la competitividad y desarrollo del país Malaver y Vargas (2005). El aumento sostenido de estos aspectos en una nación implica mejoras sistemáticas e integradas en materia de productividad, y esto sólo es posible a través de la innovación. Por lo tanto, la estrategia tras un proceso de crecimiento exitoso debe estar orientada a la aplicación de la ciencia y tecnología para la producción de bienes y servicios sofisticados e intensivos en conocimiento.