Las corrientes sociales presentes a lo largo de la historia universal han determinado la prevalencia de ciertos grupos, valores, tendencias y formas de organización política, económica y social, en las cuales distintas minorías han sido relegadas de las estructuras de la sociedad, siendo proscritas, perseguidas, ignoradas, atacadas, desaparecidas, marginadas, excluidas, y en casos extremos exterminadas. Este fenómeno constante a lo largo de la humanidad, en el que al parecer la organización social inevitablemente significa la prevalencia de ciertos colectivos sobre otros, ha alcanzado dantescas y horrorosas realidades como lo ocurrido durante el holocausto judío; así como la guerra civil en Ruanda en los noventas, y las gigantescas y crueles represiones violentas de diversos regímenes alrededor del mundo en el siglo XX. Todo basado en planteamientos xenófobos, excluyentes, unitaristas, e inclusive en valores ultranacionalistas o tradicionalistas, subyacentes en imaginarios colectivos que desencadenan reacciones violentas alrededor de la diferencia y la tolerancia a la diversidad.