Arrojar un cuerpo a un río con la intención de que nunca sea encontrado es un crimen que genera un dolor inimaginable en los familiares de esa persona. Las probabilidades de encontrarlo son escazas y disminuyen cada minuto que pasa. ¿Cómo poder encontrar ese cuerpo cuando el agua es tan cambiante y las corrientes pueden arrastrarlo? Ana Carolina Guatame García, antropóloga forense del centro forense équitas y Jorge Escobar del Instituto Javeriano del Agua están desarrollando un estudio que pueda ayudar en esta problemática.