La ciencia y la teología coinciden en la necesidad de explicar la creación del universo y la fundamentación ética. Los métodos difieren: en uno se recurre a la fe; en el otro a la hipótesis metafísica de la existencia de leyes en la naturaleza. Aceptar la creación del mundo por acto de Dios externo al universo puede ser para la mente humana tan fácil o difícil como entender que todo el cosmos, con la información necesaria para su desarrollo, estuviera concentrado en un espacio de tamaño varias órdenes de magnitud inferior al de un protón.