Las ciudades para la gente deben considerar espacios urbanos que sean más amables para sus habitantes, que posibiliten el encuentro con los otros y generen nuevas miradas sobre lo público; así, la planeación de las ciudades ya no sólo se reduce a un debate técnico sobre diseño o arquitectura, sino a la relación que dichas disciplinas tienen con las prácticas sociales y culturales que se desarrollan dentro del espacio urbano.