Este es mi último viaje al interior, lugar donde la identidad se diluye permitiendo la aparición de un amplio y complejo universo, habitado por conciencias de un origen remoto con las que he aprendido a relacionarme al ayudarme enfrentar, mediante sus experiencias y reflexiones, lo que aún desconozco de mi mismo.
Cada uno de estos seres eligió un material que desde sus propiedades lograse representar su carácter. Por medio de su exploración y búsqueda, estudiando sus capacidades y límites, pude escuchar su mensaje. El óxido encarnó el pensamiento racional, la disciplina y el deber, el carbón la fragilidad, las emociones y los miedos, los huesos el cuerpo, el placer y el dolor.
En esta última oportunidad el mundo que encontré había sufrido un fuerte cataclismo que sometió a sus habitantes a reconocer