La marca país se ha convertido en un elemento importante dentro del plan de un estado para atraer la inversión extranjera, mejorar las importaciones e incluso transmitir una imagen positiva tanto en el interior como hacia el exterior de un país. Sin embargo, pese a que podría parecer que la marca país es solo un artilugio de marketing, esta puede jugar un papel muy importante dentro de la estrategia comunicativa de un gobierno. Lo anterior gracias a la posibilidad de convertirse en el vehículo de un discurso político encaminado por medio de la creación de una identidad y la invención de las tradiciones que la acompañen a crear lazos emocionales con los habitantes de un territorio, buscando el apoyo total de la audiencia hacia un gobierno determinado.