Toda persona pertenece a la familia que la ha engendrado, todos los seres humanos pertenecemos a la familia de la humanidad y todos los creyentes bautizados pertenecemos a la familia de Dios. Ser familia es un regalo que requiere ser trabajado para que se realice conforme al plan de Dios, en armonía, felicidad y crecimiento integral para todos, conduciendo a un culmen de encuentro definitivo con Él.
Partiendo de la naturaleza de la familia desde el punto de vista sociológico hasta el plano de la revelación bíblica y de la doctrina de la Iglesia, este trabajo trata contextualizar la vivencia de la fe dentro de la familia y poner de relieve la importancia que tiene ella como transmisora de la fe a las nuevas generaciones, que han de comprometerse en construir una sociedad justa y fraterna, fundada en los valores evangélicos. El proceso de educación en la fe incluye la dinámica espiritual y de convivencia dentro del proceso de desarrollo familiar, es decir, a lo largo de las diferentes etapas en las que avanza. Su integración e inserción histórica como agente de fe cristiana es relevante como constructora de la sociedad.