Boris Cyrulnik, uno de los autores primordiales al hablar de resiliencia, ubica el concepto en un lugar privilegiado con relación a las dimensiones del ser humano, enfatizando en la necesidad que tenemos de superar las adversidades para continuar con nuestros proyectos vitales. Destaca la responsabilidad social implícita a los procesos de resiliencia, orientándola hacia su dimensión interrelacional y comunitaria. Es así como la combinación de las situaciones traumáticas, los sentimientos que se relacionan con ella y las redes de apoyo o vínculos afectivos sanadores, dan posibilidad de desarrollo a la resiliencia, que es básicamente una actitud activa ante el sufrimiento y la adversidad que permite disminuir las consecuencias negativas del trauma y aumenta los factores protectores, permitiendo un enriquecimiento cualitativo del sentido de la vida y el proyecto vital.