El artículo examina la incorporación de mujeres en la escena rock de Buenos Aires durante los primeros años de la década de los ochenta. Se estudia cómo hombres y mujeres percibieron su práctica artística y las representaciones de mujer que las roqueras transmitieron a partir de las referencias al ámbito doméstico, en especial la cocina. A través del análisis de las canciones, la gráfica de los discos y las declaraciones públicas en las revistas y la televisión, se indaga sobre los contradictorios modos con que las jóvenes contraculturales procesaron los tradicionales roles y aspiraciones de las mujeres de clase media. Se plantea que el contexto de tránsito de la dictadura a la democracia y las expectativas generadas en torno a la ampliación de las libertades civiles generaron una imagen positiva de los roqueros entre amplios sectores de la sociedad que posibilitó a las mujeres concebir al rock como un posible medio de vida alternativo.