La novela de Eduardo Zalamea Borda: 4 años a bordo de mí mismo, suele verse como una de las primeras y más sólidas manifestaciones de la novelística moderna colombiana. Se la considera, al lado de De Sobremesa y de La Vorágine, como parte de la narrativa que supera las limitaciones realistas y se sumerge en los conflictos de la interioridad. Sin embargo, en los últimos años, su relectura ha hecho pensar que quizás esta novela ha ido más allá y actúa como un artefacto deconstructor de las estructuras binarias propias del pensamiento moderno y como una estrategia de desterritorialización de ios espacios construidos por la modernidad. Así, junto a un intenso ejercicio de autoconciencía, en 4 años... encontramos una reformulación de las sensibilidades y de los hábitos y una vigorosa crítica al modo de pensar-vivir de la cultura occidental, expuesta a través de sus contenidos y de sus formas.Pero estas características hacen pensar en una novela que, a la vez que moderna, enjuicia la modernidad de un modo más bien general. Hay incluso quienes proponen que se debe leer a 4 años... como recuperación de la tradición del vagabundeo romántico y, en ese sentido, como renovación de una crítica a los valores de la modernidad.