Para la década del año 2000, el municipio del Socorro, Santander, refería como segundo renglón productivo de su economía -después del café- la siembra, manejo y transformación de la caña panelera. De forma gradual, el cultivo y procesamiento de la caña panelera fue relegado a otros escenarios menos representativos de la economía socorrana, al punto que una década después, son muy pocas las personas que aún continúan vinculados a la actividad panelera. Factores de diversa índole llevaron a los productores a clausurar sus trapiches y cambiar de renglón productivo para dedicarse a otro tipo de actividades, algunas de ellas no relacionadas con el sector agropecuario, eventos que favorecieron la concentración de la producción entre unos pocos propietarios de tierras que decidieron continuar en este sector.