La vista que tenemos los humanos fue lejana para mí, pues no veía bien, lo cual me llevaba a situaciones tanto absurdas como trágicas. Fue así como uno de estos sucesos me motivo para recuperar la luz y la nitidez de mis ojos, pero después de haberla recuperado empecé a dudar de esta nueva visión y de la percepción obtenida. Mi método era el de recibir, crear y reflexionar sobre como la costumbre y la falta de referencias incapacitan a la mente para entender lo imperceptible. En el proceso comprendí que nuestros ojos perciben la luz de forma superficial como si esta fuera un iceberg con un contenido amplio y complejo que no podemos ver. Acepté los límites que tiene mi percepción dejando de pensarme como un creador para empezar a ser un receptor que filtra lo que le llega resultante del conocimiento colectivo que aún está en obra negra.