Desde una perspectiva a escala global es relativamente sencillo determinar que existe una relación entre el consumo de energía de una familia y sus ingresos económicos. En países donde el ingreso per cápita es más alto, como Estados Unidos, existe la tendencia a consumir más energía por diferentes razones como: el accesos a más aparatos electrodomésticos, el uso de modos de transporte basados en hidrocarburos, la configuración de las ciudades basadas en sistemas de trasporte privados o el uso de sistemas activos para lograr el confort térmico de los edificios. De acuerdo a lo anterior, organizaciones como las Naciones Unidas han determinado que la energía es un prerrequisito para el desarrollo y que existe una clara relación entre el consumo de energía y el grado de desarrollo (material) de una sociedad. Lo anterior, es equiparable con los sistemas termodinámicos abiertos, los cuales crecen en función de su consumo de energía y materia, sin que esto represente una mayor estabilidad o permanencia en el tiempo, sino simplemente crecimiento material.