¿Cómo se cultiva una sombra? un ser sin cuerpo, de presencia volátil y momentánea existente sólo en los momentos dignos de la creación y la memoria. El proceso inicia a partir del resurgir del paisaje, del caminar, del dibujo, la fotografía y el cuento, que provienen de la deriva espacial y temporal andando sobre el recuerdo y la infancia. A partir de la herramienta del escaneo el espectador puede visitar Morsamen, un mundo imaginario, un santuario, el cultivo y el hogar de Sombra.
La creatividad infantil trasciende al sentido para convertirse en la experiencia artística. Los mundos imaginarios son santuarios, no se pueden tocar, ni recorrer pero se pueden ver y habitar. Rompen con la lógica de lo que “debe estar” para crear imágenes llenas de vacíos casi pictóricos que convierten un lugar que no puede ser nombrado en una realidad perceptible. La sombra sólo puede cultivarse desde la imagen, la imaginación es animal por eso las palabras abren un espacio para reemplazarla. Creo imágenes sin contexto, pequeños tesoros permeables y así paso, al escaneo, como el proceso de transfiguración de lo real creando un topos en fuga constante, apariciones fugaces de aquello que existe en el inexistir. La niña es capaz de crear bajo la necesidad de apropiar un mundo gigante y minimizarlo para hallar en él entendimiento, crear sobre aquello que podría estar ahí. La imaginación genera resistencia y soberanía, una distorsión de la realidad que nos hace presos, entender que esto que hemos construido como seres humanos no necesariamente tiene que ser así, un cultivo de Sombra.